Eclipse

Yo estuve un buen rato mirándola, siguiendo el proceso por el cual pasaba de la luz a la penumbra. Y desde mi propia penumbra me sentí en igualdad de condiciones para comentarle mis dudas, porque somos, básicamente, sacos de dudas que se mueven. Insignificantes sacos de dudas. ( hay algunos por ahí que son sacos de mierda -perdonad la venganza, pero es que los hay-). Bueno, el caso es que le comenté a la Luna -mientras era absorbida por mi propia sombra- que era muy posible que este año no pudiéramos compartir con ella las Jornadas Setenteras, después de seis años de citas puntuales. Ella me escuchó en silencio, atentamente y con respeto, al tiempo que se hundía más y más en la oscuridad. También le confesé otras cosas que -tenéis que entenderlo- han de quedar entre ella y yo. Y cuando, ya por fin me desahogué totalmente, satisfecho de haber podido explicarme sin interrupciones, y Ella estaba a punto de ser poco más que una silueta difusa, confundida en el espacio, se produjo algo extraordinario...

Quiero pensar que fue una respuesta, en forma de interrogación, o de clave de Sol poco definida... Qué más da. La Luna me contestó a su manera, y yo entendí a mi manera: un eclipse es algo que pasa de vez en cuando, pero cuando sus efectos desaparecen, vuelve la luz, y nos ilumina de nuevo... Empecé diciendo que somos insignificantes: me reafirmo, pero somos más cosas... somos música, gesto, caricia, risa, deseo... Somos animales... y muy pronto demostraremos que podemos ser buenos Mamíferos.
Dedicado a Fosi y Olga.
